Del escenario a las gradas


 En un pequeño espacio en Olivos, camuflada entre casas y negocios de barrio, se encuentra la escuela y compañía “Teatro Bertolt”. Mi historia con este maravilloso lugar de creación y producción artística comenzó en 2018, luego de haber ganado una beca para hacer un taller de teatro allí. El resto es historia, terminado ese año me quedé por la buena onda de mis compañeros y mi profesor y las ganas de seguir creciendo y mejorando mi talento para la actuación. 

El lugar es pequeño y oscuro, con cortinas negras típicas de teatro y piso de madera también oscuro. En las gradas donde se ubica el público hay más o menos 25 sillas. El camarín, alberga una inmensa cantidad de sombreros, pelucas, vestidos, carteras y demás cosas “ordenadas” caóticamente. Ninguna persona que no sea parte de la compañía podría encontrar algo en este lugar, pero los actores agarran rápidamente lo que necesiten de ahí sin problema. También hay una cantidad de objetos diversos que seguro fueron usados en incontables obras: valijas, espadas, máquina de escribir y hasta un muñeco de apariencia muy tenebrosa al que bautizaron Godofredo, el cual podría jurar que lo ví seguirme con la mirada una vez.

En esta ocasión, el señor director (como llamamos a Pablo, quien conduce la escuela) me convocó para ver el nuevo proyecto en el que están trabajando, el cual planean estrenar este año. Hoy me toca estar del otro lado, sentada en las gradas observando la dinámica de esta representación escénica. La razón de mi presencia es que, luego de ver la obra y estar más familiarizada, me ocupe de la parte técnica musicalizando y operando las luces. Además de esto, la idea es que pueda hacer de reemplazo ante cualquier eventualidad para alguno de los personajes, pero eso será más adelante, hoy estoy como espectadora.

Mientras esperamos a que lleguen todos los actores, compartimos unos mates y charlamos, algunos van preparando sus vestuarios que todavía no están definidos pero ya transmiten cierta estética, hay una diversidad de texturas y colores. También prueban opciones de posibles maquillajes. El señor director da indicaciones sobre cómo proceder en los cambios de escenas para que las transiciones sean lo más prolijas y ordenadas posibles. Los actores y actrices poco a poco se van adueñando del espacio, preparan la utilería y comienzan con el calentamiento previo a la pasada. Se pasean por el espacio emitiendo distintos sonidos para preparar la voz, otros practican algunos de sus textos mientras estiran las articulaciones del cuerpo, saltan y se mueven al ritmo de la música que suena de fondo. La escena visual parece la previa a algún tipo de ritual.

La obra fue escrita por uno de mis compañeros (quien también actúa) en uno de los talleres de dramaturgia durante el año pasado y sigue la historia de una familia de dioses griegos que constantemente compiten por amor (si es que le podemos decir amor a eso que demuestran) y poder. Las pasiones individuales de cada uno y su propia naturaleza egoísta, nos muestran la convivencia caótica y retorcida de esta “familia” disfuncional. A su vez, la obra presenta algunos momentos cómicos que contrastan y dan un respiro al espectador para luego continuar con la vorágine de incesto y locura. A pesar de ser uno de los primeros ensayos con pasada completa, las actuaciones están en un alto nivel, con mucha energía que carga el ambiente y lo altera a su antojo. La música (la cual fue creada por un talentoso músico amigo que conocí en Bertolt) se fusiona perfectamente con las acciones y situaciones en cada acto, creando una experiencia inmersiva que sumerge al espectador en un estado de trance casi hipnótico. 

Luego de una intensa hora y media la pieza termina y todos aplaudimos. Además de un poco perturbada por el final, me siento cargada de entusiasmo por formar parte de esto. Ver teatro para mí es una de las experiencias más reconfortantes, presenciar el despliegue de una puesta en escena con tantos matices me deja con una sensación de admiración por todos los involucrados que pusieron su granito de arena para hacer esto posible. 

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