El arrepentido

 -¿Y?

-No.

-¿Estás seguro?

-Sí.

-¿Ni uno hay?

-Ya te dije que no. Busqué por todos lados.

-¿Entonces?

-¿Entonces qué?

-¿Y qué hacemos?

-No sé.

-Sin eso no podemos hacer nada.

-No, nada no.

-Esto es tu culpa. 

-¿Mía?

-Sí.

-¿Por?

-Porque te tenias que ocupar vos de eso.

-¿Yo?

-Y sí 

-¿Por qué yo y vos no?

-Porque siempre es así, el hombre se ocupa de traer.

-¿Según quién?

-Siempre es así.

-Pensé que tenía uno en la mochila.

-¿Pensabas traer uno nada más?

-¿Y cuántos deberían ser, a ver?

-Tres.

-¿Es tu número de la suerte?

-Vienen así.

-Ya sabía, era una joda.

-¿Por qué no llamas y pedís que nos traigan?

-¿Se puede eso?

-Sí.

-¿Cómo sabes?

-Ahí lo dice.

-Ah.

-¿Querés que llame yo?

-No, yo lo hago. -Nervioso, toma el teléfono y espera que le contesten. Una voz aguda le responde del otro lado de la línea, dubitativo, Joel pregunta si será posible que le provean de aquello que necesita.

Minutos después, su pedido aparece en la ventana ubicada en la puerta de la habitación. Ahí estaba, pequeño y solitario, el envoltorio de plástico brillante todo blanco y relleno de aire, con su fecha de vencimiento de un lado mientras que en el otro se leía la frase “usalo siempre”. Joel agarra el paquete y voltea para ver a su acompañante, desnuda e impaciente lo mira desde la cama esperando su próximo movimiento. ¿Qué tanto la conocía? Habían hablado por Facebook un par de veces y arreglaron el encuentro como quien saca un turno para el médico:


-¿El miércoles a las 18hs está bien?

-Mmm, ¿sino qué otro día puede ser? Salgo a las 17.30hs de trabajar y no sé si llego.

-Sino te puedo ofrecer el viernes a las 20hs, después tengo todo ocupado.


Joel no sabía mucho sobre ella, sólo que se llamaba Julia, tenía 19 años y le gustaba mucho la música metal como a él (justamente se habían conocido en un grupo de Facebook para fanáticos de este género musical).

Ahora Julia, esperaba acostada expectante a que Joel le hiciera todas las cosas que le dijo por chat que le harían ver las estrellas. Él se acerca lentamente, se acuesta a su lado y la toma de la mano.

-Perdón, pensé que podía pero…ahora que estamos acá creo que no quiero hacerlo.

-¿Me estás cargando?

-Perdón.

Enojada, Julia se levanta y comienza a vestirse. Agarra su cartera y cuando abre la puerta se escucha una voz femenina y sensual que sale de los parlantes.

“Gracias por visitar Lotus Hotel. Esperamos que su estadía haya sido placentera, hasta la próxima."



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